SE REGISTRA FERNANDO CAMPOS, BUSCARA UN LUGAR EN EL PODER JUDICIAL

Participo en esta contienda porque tengo la firme convicción de que puede haber una mejor administración de justicia, una justicia que no sirva para proteger al poderoso, ni se use para la persecución de los enemigos políticos.

Una justicia enfocada a hacer realidad lo tutelado por el Artículo 1 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que pone a la persona como el principio y fin mismo de la justicia en base al respeto irrestricto a los derechos humanos tutelados por nuestras leyes y los tratados internacionales firmados por nuestro país.

Estoy convencido que el poder administrar la justicia es algo más que una carrera profesional, debe ser una forma de vida, donde la honestidad, la probidad, pero, sobre todo, la empatía hacia el otro, formen parte de la vida misma del juzgador, porque solo teniendo una vida intachable se podrán emitir sentencias con fuerza moral más allá de que sean coercibles legalmente.

Participo en esta contienda porque estoy seguro de la honestidad que ha guiado mi vida y que me fue inculcada por mis padres. Me queda claro que solo siendo como soy, un hombre honesto y recto. podré resolver con ecuanimidad y moralidad sobre los actos de los demás.

Vivimos tiempos difíciles donde los flagelos de la inseguridad y la pobreza laceran con fuerza la carne de la sociedad. Por ello, hoy más que nunca una correcta y humana impartición de la justicia es indispensable, ya que solo así se podrá frenar al infractor y resarcir adecuadamente a sus víctimas.

Lo dijo bien en su momento el Benemérito de las Américas: LA PAZ NO ES UN ESTADO DE QUIETUD, SINO UN ESTADO DE JUSTICIA Y EQUIDAD. No mencionó la ley, sino la justicia que muchas veces se ve impedida por la normatividad.

Me queda claro y lo reitero que, si bien los conocimientos académicos y la experiencia profesional son indispensables para impartir justicia, por encima de ello la moralidad y humanidad del juzgador deben priorizarse. La sentencia del juzgador más que un resultado legal debe ser un juicio moral avalado por toda la sociedad.

Participo en esta contienda porque estoy seguro de mis convicciones de justicia, no solo porque en algún momento he quedado fuera de ella, sino porque en la coyuntura que nos toca vivir, muchos juzgadores se ven dominados por sus afectos y pasiones, perjudicando con sus fallos el futuro de las personas y sus familias

Cuando los juzgadores dejan que sus intereses y pasiones dominen sus acciones, la justicia es sacrificada en aras de sentencias legaloides.

Participo porque quiero hacer de cada caso que me toque conocer un asunto de suma importancia, no como sucede en muchas ocasiones, donde solo se privilegia la impartición de justicia a las élites en tanto que a los ciudadanos comunes se les aplica la ley a secas. Esto debe terminar porque tan importante debe ser un asunto de los poderosos como un tema que preocupe y ocupe a alguien en extrema pobreza.

Participo porque tengo la convicción de coadyuvar a la construcción de una mejor sociedad y que mejor que desde uno de los pilares fundamentales para ello: la aplicación de la justicia.

Participo porque no tengo miedo de ser sancionado por mis decisiones como juzgador, si las mismas sirven para mantener la equidad y justicia que debe representar el Estado.

Participo porque si bien sé que como ser humano tengo defectos y errores, también lo es que se dé la disciplina y dedicación al trabajo que me han caracterizado en lo personal y profesional a lo largo de mi vida, por lo que no tengo miedo de errar en la administración de la justicia, sino de no participar en la misma dejando que malas personas tuerzan la ley y con ello perjudiquen a quienes menos tienen.

Participo porque sé que la impartición de la justicia debe ser pronta y expedita, porque solo siendo así se podrá sacar a flote la verdad, reparar los daños ocasionados y buscar que los hechos no se vuelvan a repetir. No tengo duda que mi trabajo servirá grandemente para ello.

No es ocioso recordar que el retraso en la impartición y aplicación de la justicia es una de las mejores pruebas de la injusticia en cualquier sociedad.

Participo porque estoy seguro que mis decisiones como juzgador no se verán afectadas por el halago, la dádiva o las amenazas.

Participo porque me gusta escuchar a las personas, conocer sus problemas y necesidades. Escuchar y sentir empatía con el otro son cualidades indispensables para un buen funcionario judicial, ya que hoy en día, no siempre se permite a las víctimas decir su verdad o buscar los medios para probar que lo que dicen es la verdad.

Participo porque soy un convencido de que la participación ciudadana en todos los asuntos de la cosa pública, y más en la impartición de justicia, debe practicarse porque solo siendo parte del proceso, podremos luchar y erradicar los vicios y fallas que pueda tener.

Participo porque como padre de dos hijos, estoy convencido de que debemos pensar, actuar y luchar en el presente para asegurar el bienestar de las futuras generaciones.

Participo porque solo actuando y buscando mejorar el estado de la justicia, es como nuestros jóvenes podrán motivarse también a actuar y asegurarles un estado de derecho real y fuerte que les permita desarrollar sus sueños.

Y podría seguir dando cientos de razones por las cuales deseo participar en la actual elección del poder judicial, pero, sin duda, la más importante para mí, es mi decisión de jamás criticar sino hago nada para cambiar lo que no me gusta. Soy un convencido de que echar culpas no soluciona problemas. La solución se alcanza actuando y participando y eso es lo que me tiene hoy aquí.